Pirlusa, luciendo un turbante no del todo glamoroso, fue sorprendida en salida de baño y entrevistada por El Helecho. Después de manotear unas gafas oscuras y gritar “nada de fotos” a una bandada de potus paparazzis, admitió confundida: “Últimamente nunca sé si salgo de la ducha o emerjo de una ponchera con ensalada macedonia”.
Pero no sólo los ciudadanos del montón se sienten aturdidos: según altísimas fuentes que no podemos revelar, la Cancillería argentina estaría “dándole las gracias a varios dioses” por no permitir que exista la Embajada de Frutilandia, dado que en ese caso “no habría Convención de Viena que valga” y “habría que reaccionar de la peor manera” ante semejantes atropellos frutícolo-leninistas a la soberanía nacional.
Por su parte, Chávez advirtió que los invasores son “temibles blueberries lacayos del Imperio disfrazados de papayas bolivarianas, que con la complicidad de la Cuarta Flota buscan hambrear a América Latina mediante el maquiavélico plan de usar comida con fines no comestibles”, el cual comprendería “desde la fabricación de jabones y champúes al biogasoil”.
Su discurso fue repudiado por la prensa seria internacional, más que nada por el uso del término “lacayos” y la crítica al biogasoil.
Mientras tanto, las despolitizadas consultoras de marketing auguran que en los próximos años habrá más consumidores entusiastas ante la perspectiva de pasta dentífrica con sabor a rambután, detergentes de pitaya y champúes con aroma a carambola.
En fin, no sabemos si son de izquierda o de derecha, pero repetimos: están por todas partes. La cuestión es que los productos de perfumería hacen de su culo un pito, y de vuestra higiene, un clericó:

Sin embargo, también hay personalidades a favor de la penetración frutícola.
Mich, chocho con la invasión de bananas.
Pero no sólo los ciudadanos del montón se sienten aturdidos: según altísimas fuentes que no podemos revelar, la Cancillería argentina estaría “dándole las gracias a varios dioses” por no permitir que exista la Embajada de Frutilandia, dado que en ese caso “no habría Convención de Viena que valga” y “habría que reaccionar de la peor manera” ante semejantes atropellos frutícolo-leninistas a la soberanía nacional.
Por su parte, Chávez advirtió que los invasores son “temibles blueberries lacayos del Imperio disfrazados de papayas bolivarianas, que con la complicidad de la Cuarta Flota buscan hambrear a América Latina mediante el maquiavélico plan de usar comida con fines no comestibles”, el cual comprendería “desde la fabricación de jabones y champúes al biogasoil”.
Su discurso fue repudiado por la prensa seria internacional, más que nada por el uso del término “lacayos” y la crítica al biogasoil.
En fin, no sabemos si son de izquierda o de derecha, pero repetimos: están por todas partes. La cuestión es que los productos de perfumería hacen de su culo un pito, y de vuestra higiene, un clericó:
Sin embargo, también hay personalidades a favor de la penetración frutícola.
